miércoles, 31 de octubre de 2012

Aquí os dejamos un cuento que hemos inventado los chicos de 4º, 5º y 6º de Primaria. Esperamos que lo paséis "de miedo" leyéndolo:

EL MISTERIO DE LA CREMA DE CALABAZA

Una noche de otoño, un grupo de amigos decidieron ir al cementerio para contar historias de miedo.

Cuando estaban allí, oyeron un estruendo que procedía de una casa abandonada, cercana al cementerio.

Entonces Marina, una de las niñas, les dijo a sus amigos:
- ¡Chicos! ¿Vamos a ver lo que pasa en esa casa?

María entonces contestó:
- Vale, vamos a ver qué sucede, pero tendremos que tener mucho cuidado.
- ¡A mí me han contado que esa casa está encantada!- dijo Adrián un poco asustado.
- No te preocupes - le animó Andrei, dándole unos golpecitos en la espalda, - no nos va a pasar nada.

Así que, todos los amigos recogieron sus linternas y sus mochilas y se encaminaron hacia la casa.

Cuando llegaron, David y Pol, que iban los primeros, abrieron la puerta:
- Nyeiiiiiiiiiiiick...
- ¡Mirad eso! - gritó Raúl - Hay una luz verde al fondo del pasillo. ¿Vamos a ver qué hay?

Entonces, todos los niños se dirigieron hacia aquella luz misteriosa.

Cuál fue su sorpresa cuando vieron a una anciana que estaba preparando una extraña crema de calabaza.

- ¡Hola muchachos! Bienvenidos a mi casa...- y mientras pronunció estas palabras, la puerta se cerró de golpe. - Estaba preparando la cena... ¿Os apetece quedaros?

Los chicos se miraron durante unos instantes y, aunque estaban muy asustados, decidieron aceptar la invitación.

- Pues sentaos todos alrededor de la mesa - les dijo la anciana.

Cuando se sentaron, fue a la cocina, trajo los platos y sirvió la crema.

Uno de los chicos, Raúl, la probó en primer lugar. De repente, un humo de color rojizo cubrió al chico y lo hizo desaparecer.

- ¡Aaaaahhhh! - gritaron todos - ¿Qué ha pasado con Raúl?

Entonces, los amigos se levantaron rápidamente de las sillas y echaron a correr para salir de la casa.

La anciana misteriosa les dijo entonces con voz aguda:
- ¿A dónde váis? ¡Ja, ja, ja....!

Cuando los niños subieron las escaleras escapando de la anciana bruja, se oyó un tremendo crujido y se formó un agujero enorme por el que cayeron los chicos a un oscuro y tenebroso sótano.

- ¡Aaahh, socorroooooo! - gritaron los muchachos.

En él, había una pared repleta de libros sobre magia, brujería y hechizos, además de diversos botes con pócimas y brebajes, ojos de sapos, colas de lagarto, alas de murciélago...

De repente, Marina tuvo una idea:

- Chicos ¿y si cogemos un libro de hechizos para ver si nos ayuda a salir de aquí?

- ¡Buena idea! - contestó María, mientras cogía uno de aquellos libros cubiertos de polvo y telarañas.

En ese mismo instante, la gigantesca estantería dio un giro de 180 grados y todos contemplaron asombrados a su amigo Raúl que estaba encerrado en una pequeña jaula.

- ¡Hola chicos! ¡Por fin! Tenéis que ayudarme...

- No te preocupes Raúl, te vamos a ayudar - le dijo su amigo Pol.

- ¡Mirad chicos,... en la última página hay una llave!

- A ver... déjamela - dijo David, que la prueba en en la cerradura de la puerta del sótano - Pues, no es del sótano... Voy a probar con la jaula, aunque seguramente no será...

Y cuando el chico probó en la cerradura de la jaula, la puerta se abrió y todos fueron a abrazar a Raúl.

- Escuchadme, en este libro que he cogido - dijo Pol - explica la forma de vencer a las brujas. Necesitamos todas nuestras linternas, debemos conseguir que la bruja aparezca y dirigir nuestras luces hacia la verruga de su nariz. De esta forma, la bruja se quemará y desaparecerá.

- ¿Y cómo conseguimos que la bruja aparezca? - Preguntó Raúl.

- Yo me encargo - respondió María. Y se dirigió hacia la estantería y comenzó a tirar botes de cristal y libros al suelo tratando de llamar la atención de la bruja.

La anciana, al oír el estruendo, dijo:
- ¿Qué está pasando aquí niños traviesos?

Y en ese momento, todos los amigos dirigieron las luces de sus linternas hacia la verruga de la bruja, y ésta desapareció entre un humo negro y maloliente.

Al instante, se abrió delante de ellos otra de las estanterías y, siguiendo por un largo pasillo, los niños consiguieron al fin salir al exterior de la casa encantada.

Los muchachos, muy contentos, se abrazaron y gritaron:
- ¡Lo conseguimos!

- Ahora,- dijo María - vayamos a casa, pero antes tenemos que prometer que éste será nuestro secreto.

Y los chicos, colocando sus manos una encima de otra, juraron mantener su secreto para siempre.

MARÍA, MARINA, RAÚL, DAVID, POL, ADRIÁ, ANDREI Y ESTHER

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